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viernes, 31 de julio de 2015

Estabilidad económica y modernismo

No es sino hasta la relativa estabilidad política tras el Maximato que es posible identificar las tendencias ideológicas de la economía mexicana, sin duda influenciada por los sucesos y tendencias mundiales. La política -electoral- y la economía se desarrollaban de la mano en búsqueda del respaldo de las clases populares, beneficiando en ciertos momentos a la libre empresa pero perjudicándola en otros. Así, la economía mexicana evolucionó del populismo cardenista al neoliberalismo salinista, encontrándose ahora apartada de los subsidios, las nacionalizaciones y los precios controlados.
Los regímenes posrevolucionarios sirvieron para la estabilización de los métodos de producción y el ordenamiento del trabajo. Ampliamente influenciados por el caudillismo y ante el desorden y falta de producción originada en las haciendas, la tarea se centró en el reparto agrario, sin haber impulsado la industria. Ésta sólo puede desarrollarse con la coyuntura que plantea el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial y el periodo de reconstrucción europea. De esta forma, toda producción de materia prima encontraba salida, mientras que el fordismo norteamericano benefició la economía mexicana con la entrada de las factorías (Rionda, 2009). A pesar de la entrada de industria con la inversión extranjera, la nacionalización de los procesos productivos del petróleo cuestionó la ideología económica nacional; siendo la solución inmediata a un problema que el Estado no había podido manejar desde hacía más de una década.

Entanto, con una economía semicerrada, el país logró mantener un crecimiento sostenible y rápido mediante alta tasa de inversión y equilibrio fiscal (Bazdresch, 1992). Este crecimiento había permitido mantener las políticas populistas sin problemas financieros. Las causas del tal crecimiento eran básicamente por la ausencia de industria mexicana, el escaso aprovechamiento de los recursos naturales, incluyendo el auge petrolero (Solís, 2009), y la abundante mano de obra (Bazdresch, 1992), vinculado a la alta demanda de productos durante el proceso de reconstrucción. El boom poblacional fue consecuencia de este periodo. Tal crecimiento no preocupó al gobierno por cuestionar la eficiencia del aparato económico. Pero al estabilizarse la producción con los recursos disponibles, el crecimiento no pudo sostenerse y el sistema colapsó, dejando un ineficiente sistema de jubilaciones, gran mano de obra desempleada, un gasto gubernamental risible y grandes expectativas.
Para 1976, los problemas por la mala administración de la banca estatizada (falta de liquidez y certidumbre) desembocaron en su privatización, los años subsecuentes el gobierno mexicano tomó estrictas medidas neoliberales, mismas que pronto acecharían la región latinoamericana debido a la influencia Reagan-Thatcher.
Con la crisis de 1994,el llamado “error de diciembre”, la fuga de capitales se intensificó a tal grado que se tuvieron que reestructurar las políticas económicas; tras la devaluación del peso mexicano hubo incluso pérdidas políticas que derivaron en la transición del poder federal. Los gobiernos del nuevo siglo no se desviaron significativamente de la línea en materia económica, pero sí permitieron una mayor competencia en distintos sectores, lo que produjo mayor atracción de inversionistas y un flujo cada vez más creciente de capitales extranjeros.
A pesar de temas pendientes como la pobreza y distribución de la riqueza, el pronóstico de la economía mexicana es alentador. Junto a perspectivas positivas de las calificadoras, los reportes consideran a México con mejores facilidades para los negocios y la sitúan como la 14ª economía más grande  por encima de Sudáfrica y Brasil, con un crecimiento bastante dinámico. La expectativa de crecimiento se ubica en 2.8% para 2013 y 4% para 2014, y aunque no se acercan al ansiado 6%, el boom demográfico y las reformas que están gestándose, especialmente en materia fiscal, educativa, de telecomunicaciones y energía, incrementan la posibilidad de crecimiento .
Anteriormente la mentalidad económica obedecía a propagandismo electoral y a la coyuntura internacional, nunca previendo el futuro, dejando regirse por las circunstancias del momento. Los retos del nuevo Gobierno de la República implican básicamente adaptarse a la modernidad, prever el futuro y seguir con la misma postura ideológica de fomentar la competitividad y la empresa; al mismo tiempo de disminuir la dependencia al norte y al petróleo. La política económica debe ser estable, pues las decisiones atraen o repelen a los inversionistas. La estabilidad económica, demostrada con la firmeza bancaria y buenas reseñas de las calificadoras, son siempre factores de consulta para las grandes empresas.

En México, después de la crisis de los años ochenta, se inicia un esfuerzo gubernamental para modernizar la economía mexicana. Las acciones del gobierno para generar la modernización económica en el país se pueden encontrar en los diferentes ajustes fiscales que existieron, así como en la disminución de la carga de la deuda pública.
Pero, ¿en qué consiste esa modernización? Se entiende como una integración de una economía nacional al ámbito internacional mediante la incursión al mercado global, fomentando de tal manera la competitividad dentro del país en modernización económica, esta tiene una visión a futuro, pues pretende improvisar la productividad para mejorar el nivel de bienestar de los ciudadanos de donde se moderniza.
Las políticas y la economía mundial han cambiado durante este último siglo, los antiguos regímenes y modelos económicos se han vuelto obsoletos, lo que ha generado que a nivel global las potencias cambien sus modelos económicos, y por lo tanto, afectan a aquellos que aún no lo hacían.
El permanecer con un modelo económico post-revolucionario o con enfoques distintos a los actuales globalmente, ha dejado a México en el rezago, perjudicando a nivel macroeconómico a México, y por lo tanto, a los ciudadanos. Hoy en día, se han generado políticas económicas ambientadas a la exportación e inversiones extranjeras, permitiendo una apertura que no se había presenciado con anterioridad.
El poder modernizar la economía mexicana representa un paso más a volverse un país de primer mundo, sin embargo, para poder realizarlo adecuadamente, existen ciertos obstáculos, tales como internos (baja productividad social del trabajo en México, débil ahorro interno privado e insuficiente formación de capital) y externos (competitividad exasperada del mercado mundial en la crisis, estrechamiento de mercados para líneas de exportación, caída de flujos comerciales, etc.) 
Si bien se han generado algunas improvisaciones para la economía nacional, como por ejemplo el aumento de inversión extranjera en el país, la modernización neoliberalista en el país ha generado también una disparidad social, pues existe una distribución de riqueza muy desbalanceada, existiendo pobreza en ciertas áreas del país, y estabilidad en otras.
Entre los principales actores de ésta modernización, podemos encontrar al gobierno federal, quien sin considerar la situación y opinión de la mayoría de los miembros de la economía, aplicó dichas medidas de modernización. También  los Estados Unidos han formado un elemento fundamental para México y su toma de decisiones, debido a la dependencia y cercanía que existe. Otro actor externo que impulsó dichas medidas en el país fue el Fondo Monetario Internacional, quien ejerció un papel importante en el país, pues al volverse miembro de dicha organización se obliga a seguir ciertas políticas y formas económicas, de tipo neoliberal.
Como este proyecto de renovación se contradice con los hábitos y la educación política heredados por el aparato político-estatal, entraña un riesgo de crisis política y parálisis ante coyunturas difíciles o acontecimientos mayores de la vida nacional. Los desafíos sociales que podrían presentarse en el porvenir son más complejos y desconcertantes para el régimen.

Pienso que hablando de manera generalizada, las características que se han generado con los esfuerzos de modernización han sido de forma centralizada, incompleta, injusta y con una alta dependencia del capital externo, éste último factor lo ha vuelto sumamente vulnerable, así como que le ha afectado al país en cuanto a los recursos que tiene, pues una gran parte de éstos se explotan de forma descontrolada, y van dirigidos al exterior.

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